El poeta
fue niño alguna vez,
y alguna vez tuvo frío
y sintió
hambre.
Entonces
tuvo que
matar.
Hizo un
verso con filo y se lo clavó
en el
medio de la vida a un pobre
tipo que
pasaba caminando.
“¿Por qué
me matás pibe, sos poeta vos?”
Después
fue preso.
Vinieron
los ratis de un dolor
confundido
y lo agarraron entre
cuatro.
Le metieron una paliza
y le
robaron algunos de los pájaros
que le
volaban en la mirada.
En la
cárcel fue mas poeta que nadie.
Escribía
con sangre y saliva rota.
A veces
alguien le prestaba una
lapicera
cargada de niebla dura.
Pasaron
los días con asco
y los
ojos se le llenaron
de
estrellas secas.
Salio de
la cárcel y ya no era
tan
poeta. Solamente tenía una
espada
marchita y un anillo
que no
valía demasiadas lunas.
Siguió un
poquito la vida.
Todo
tranquilo.
Miraba la
lluvia,
llevaba
el corazón en la mano,
se subía
a un bondi y quedaban
las
palomas.
Una vez
se vio de frente
con el
amor. Se miraron unos dias,
pero el
amor le disparó con furia
un beso en
la aorta y salió corriendo.
Ahí
volvió a ser poeta de nuevo
y se
volvió loco.
Corrió
desnudo por la calle,
hizo una
sopa de cielo,
degolló
al silencio,
tuvo una
orgía de manicomios
en la
sangre.
Nadó en
un beso,
se hizo
arco iris,
vendió
sus manos.
Se
enamoró con fuerza.
apretó un
sol de madrugada
pero
nadie lo vio…
Y ahí se
volvió olvido.
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