martes, 23 de octubre de 2012

Tangos del Sur en la voz de Carlos Varela

Somos el Sur: un disco de Carlos Varela



“Somos el Sur.
Y a veces tenemos ganas de gritar;
¡Somos el Sur, carajo!”.

Eugenio Mandrini

En una entrevista del Tata Cedrón al poeta Raúl González Tuñón, éste ultimo dice en una de sus reflexiones: “yo creo que lo importante es que un poeta, un músico, un artista, lo sea en el arte y en la vida”.
Podemos considerar e interpretar esta frase del escritor de varias maneras, en nuestro caso en particular creo que, prisma de cristal mediante, podemos aplicar sus colores al disco “Somos el sur” del cantor Carlos Varela. Y decimos cantor sabiendo que cometemos una injusticia soberbia y demoledora. Es que Carlos Varela se pone en juego a sí mismo en su último trabajo, dando a conocer su condición de demiurgo.
“Somos el sur” nos muestra un Varela de una inteligencia y honestidad artística que conmueve el espíritu de cualquiera que busque un poco de arte sin máscaras. Sin embargo, el cantor-mago no aparece sólo en su trabajo, el amor y el talento de varios artistas se complementan para dar fruto a éste CD. En principio aparece en escena durante toda ésta “Operita criolla del Sur en dos actos” la música de Saúl Cosentino, un creador fino, con una trayectoria tan larga como dedicada.
Aquí el músico aparece como arreglador y compositor tanto en lo instrumental como en las canciones, dejando su arte en manos de Carlos Varela, quién con una notable intuición y un gran gusto toma obras previamente compuestas por Saúl a lo largo de los años sesenta, setenta y ochenta, para lograr contarnos una historia desgarradora de lucha, luz, cansancio y sangre. A través de los climas musicales creados por Cosentino en colaboración de poetas y músicos de primera línea como Osvaldo Tarantino, Ernesto Pierro, Héctor Negro, Eladía Blázquez, incluso Hamlet Lima Quintana, y hasta Rafael Alberti, cobran cuerpo y temperatura las interpretaciones del cantor. Incluso a la hora de las voces el disco cuenta con la participación de Gabriel Mores, Carlos Barral, Nora Roca y María Eugenia Darré, que también ofician de cantores posesos por el encanto de las poesías para contar la lucha del Sur, la ternura de un amor, o la esperanza tibia de una utopía.
Por otro lado, y ésta es una de las joyas de éste trabajo, la historia no sólo se nos hace presente a través de las geniales canciones que se cantan, sino que durante el clima creado por las obras instrumentales, saltan como de atrás de la oscuridad los geniales textos creados por el poeta Eugenio Mandrini, quién sin duda es hoy uno de los referentes más importantes de la literatura argentina, sobre todo si hablamos del olvidado arte de la poesía.
Con respecto a éste particular, la voz de Varela se mezcla con los versos de Mandrini, los agarra fuerte y los trae consigo, dándole vida a frases que inquietan, que desafían, que dejan en el espíritu de quién las oye, además de una especie de catarsis que elimina muchas ternuras y rabias, un montón de filosas preguntas. Mandrini se atreve a arrancarle la piel a un sentimiento latinoamericano, y es la voz del cantor quien con un ajustado dramatismo nos pone enfrente ése sentimiento sangrante y en carne viva: “Somos el Sur. Algunos dicen que tenemos odio y es cierto; odiamos a la luna cuando se esconde tras las nubes y nos deja sin linterna en la noche más negra. Somos el Sur. Odiamos al viento del invierno que nos hace sufrir tan adentro que no hay pañuelo para secar el llanto de los huesos. Somos el Sur. Y odiamos a la lluvia cuando orina sobre nuestros colchones y nos inunda desde las zapatillas hasta la pobre alma.”
En la “operita” atravesamos todos los sentimientos del Sur: la rabia, la tristeza, la furia descarnada, el amor, la ternura, la duda y la esperanza, poniendo en juego las emociones, explotando por dentro, pero siguiendo en pie.
Finalmente, y como mencionamos en un principio, se destaca la condición enorme y pura de artista de Carlos Varela, quien con su técnica perfecta y limpia, con su imaginación, pero también con su viveza e inteligencia artística admirables, crea, al mejor estilo de un rapsoda griego, una obra íntegra, honesta, de una calidad y una originalidad a la que, tristemente, no estamos acostumbrados. Varela se sirve por completo de tangos nuevos, haciendo de sí un luchador sin fisuras en algo que, no sólo en lo estrictamente artístico, denota que ha costado su buena cantidad de sangre, sudor y lágrimas, pero que también, y lo decimos sin miedo, resplandece de amor por lo que se ha logrado.
Entonces, recordamos la frase con la que iniciamos nuestro comentario y decimos que, sin dudas, Carlos Varela logra ser un gran creador, en el arte como en la vida, donde no sólo se ve su talento, sino que también se ve una gran preocupación, una lucha incansable de compromiso, y sobre todo, mucho cariño por lo que se hace.


lunes, 22 de octubre de 2012

Luz de Tango Nuevo


Soy luz de Tango Nuevo

Música: Saúl Cosentino
Letra: José Arenas


Yo elijo esta ciudad, la llevo sobre mí,
su música de hippies bandoneones y su piel.
Con cada madrugada verde y gris sobre la calle,
su ternura y mi ternura de crecer.

Yo elijo esto que soy, mi edad y mi canción,
la marca que dejaron los amores que hay en mí
no pone su tristeza de ritual entre mis labios.
Soy luz de tango nuevo y me amanezco una vez más.


Y es que…
si tengo que pelearla o no doy más
siempre tengo algún zorzal por fabricar.
Nunca falta un empujón para adelante
o una mano que me invite a caminar.

A veces el bajón toma mi piel,
me pone de rodillas o a llorar.
Pero puedo más que él y me levanto,
me pongo el cielo encima…¡y a volar!


Yo elijo mi pasión, la enredo con mi voz,
enciendo las palabras, los acordes y el amor,
con cada primavera abriendo paso por la calle,
con la rabia iluminada de nacer.

Yo encuentro mi ansiedad, mi sed de beso en flor,
la furia que pintaron los fracasos que hay en mí
no impide que navegue la frescura de mis años.
Soy luz de tango nuevo y resucito una vez más.


Escuchar "Soy luz de Tango Nuevo" en la versión de Josefina Rozenwasser, de su disco "Proyección".


miércoles, 19 de septiembre de 2012

Bandoneón de fuego

Música: Saúl Cosentino
Letra: José Arenas Díaz
2007

Para Rubén Juárez

Qué coraje de guerrero entanguecido
Te pinto la voz de un fueye entre las alas,
Y te hizo de palabras una orgía
Con la rabia de una pena milongueada.

Con los años me encendiste la esperanza
Y acunaste con tus tangos mi semilla,
Amasando una poesía rante y pobre,
Desde el lado más oscuro de la orilla.

Bandoneón de luz y fuego
Que te baila entre las manos,
Y con fuerza de tormenta
Va creando nuevos pasos.
Bandoneón de piel atorra,
Hippie de la voz en negro,
Trovador mirando al sur
Con el barrilete fiero.
Negro Juárez gigantesco
Al calor de la barriada.
Contame una historia nueva,
Negro, vos que tenés labia.

Qué coraje de guerrero entanguecido
Hizo fiel a las diabluras de tus manos,
Que zapando el bandoneón como una luna
Vio el amor con la ternura de tus tangos.

Qué poder pintó la cruz de tu mirada
Que a la barra se le pianta un lagrimón,
Cuando ve brillar un beso hecho de luces
Y es Eladia que te está cuidando el sol.






jueves, 13 de septiembre de 2012

Un Quijote del Tango, visto por Ernesto Pierro

"La mañana se desprende de un sauce.
Un flechazo disparado
con el arco de un violín enciende el sol.
La vida comienza."

Hugo Salerno

Esta nota que publico a continuación es una prólogo a la sección de Canciones publicada en el libro de poesía "Gorrión Fénix" de Hugo Salerno. En acertadas palabras Ernesto Pierro hace un recorrido por algunos de los caracteres de la obra de este querido vate moderno, de quien yo mismo hablaré más adelante.
Conocí a Salerno hace ya algunos años y tengo el placer y el honor de ser co-constructor de un puente orillero que llamamos "Tamango del Plata". Una especie de milonga dónde Salerno nos define a los rioplatenses. Pero ahora dejo la nota del querido Ernesto.

Los Tangos del Quijote

Por Ernesto Pierro

Uno de los más reconocidos poetas y autores de tango de todos los tiempos, Horacio Ferrer, lo bautizó como “El Quijote del arrabal”, y, por supuesto, no podría encontrarse mejor forma de definirlo. No se trata solamente de constatar que su figura, irremediablemente, remite al retrato que el inconsciente colectivo le ha otorgado al protagonista de la monumental e incomparable obra del manco de Lepanto. Quienes lo conocemos bien, sabemos que tiene ese mismo espíritu caballeresco, ese afán de luchar –por desigual que fuese la pelea- contra las miserias del mundo, ese designio de buscar a una Dulcinea idealizada a lo largo de una vida llena de lirismo y bondad.

Pero nuestro Quijote arrabalero tiene además una Patria, que es Boedo, y es un digno representante de ella. De algún modo es su otra Dulcinea, porque la ama, porque jamás la traicionaría. Sabe que allí estuvieron Manzi, Centeya, Cátulo, Camiloni, González Castillo, Yunque, y tantos otros, y entonces toma la poesía como lanza para acometer contra los que predican a favor de una vida sin sueños, sin bohemia, sin emociones, sin amores. Y tiene en Boedo su Baldío Natal, allí donde fue ungido Caballero de las Utopías, en una coronación efectuada en un pupitre, con una lapicera de pluma mojada en un tintero que había tenido un blanco impecable alguna vez. Y como tal Caballero de tan bendecida Patria de Poetas y Tangos, allí marchó, primero Barriendo el Barrio, después Andante en Bondi, a escribir también, además de sus poemas, sus canciones para Buenos Aires. Pero claro, necesitaba un ladero de valía y fiel. Y allí en Boedo, claro, cerca de su Baldío Natal, encontró al talentoso compositor Marcelo Saraceni. El encuentro fue en un Boliche de Estaño, por lo que así se llamó un tango que crearon juntos (yo no le canto a tu vida / y no le lloro a tu muerte / solo que yo comprendo / lo que le espera a tu suerte: / te vas muriendo de a poco / viejo boliche de estaño). Siguieron forjando tangos, y así llegó “Los taitas rockeros”, a los que el vate imaginó sembrando flores en los adoquines. Y el lirismo llegó a un punto muy alto en “Los ojos de Antonia”, acompañado de la bella melodía de Saraceni. Pero el Quijote del Arrabal, justamente, también sabía ponerse arrabalero, y –siempre con su fiel ladero- dio vida a “Pa’que siga habiendo guapos”, ácido relato sobre un viaje en los trenes suburbanos, ante los cuales los molinos de viento quedan hechos un poroto. Pero, mientras, el Caballero de las Utopías seguía buscando a su Dulcinea, como puede verse en la letra de “Violines y Bisagras” (ya no se si la espero / o si pido otra copa y me voy). Como le pasara al personaje cervantino, nuestro Quijote, en esa búsqueda, vivió a veces risueñas aventuras, como la que muestra la irónica y rea letra de “Villa Freud.” (percanta, no me amuraste / me aumentaste el arancel). Para los viajes líricos de este Quijote boedense no hay fronteras, y así se alió al brillante, querible yorugua José Arenas Díaz en “Tamango del Plata” para decirnos a orientales y argentinos “amigo, a las divisiones / las dejo para otra gente / que no somos extranjeros / somos vecinos de enfrente”. Y como no tiene fronteras ni las quiere, su lucha contra los perversos también la planteó, gallardamente como corresponde a su linaje quijotesco, en “Un blues para Nueva Orleans 2005”, que lleva música del compositor, poeta, historiador, pintor, periodista, etc. -y todo lo hace bien- Roberto Selles: (y la estatua de la Libertad se pregunta: / ¿qué estoy haciendo yo aquí?).

Y allí va el Caballero de las Utopías, sembrando nobleza, buscando versos por las estrellas de las noches de Boedo.


          

martes, 11 de septiembre de 2012

El poeta fue niño alguna vez


El poeta fue niño alguna vez,
y  alguna vez tuvo frío
y sintió hambre.
Entonces
tuvo que matar.
Hizo un verso con filo y se lo clavó
en el medio de la vida a un pobre
tipo que pasaba caminando.
“¿Por qué me matás pibe, sos poeta vos?”

Después fue preso.

Vinieron los ratis de un dolor
confundido y lo agarraron entre
cuatro. Le metieron una paliza
y le robaron algunos de los pájaros
que le volaban en la mirada.

En la cárcel fue mas poeta que nadie.

Escribía con sangre y saliva rota.
A veces alguien le prestaba una
lapicera cargada de niebla dura.
Pasaron los días con asco
y los ojos se le llenaron
de estrellas secas.
Salio de la cárcel y ya no era
tan poeta. Solamente tenía una
espada marchita y un anillo
que no valía demasiadas lunas.

Siguió un poquito la vida.

Todo tranquilo.
Miraba la lluvia,
llevaba el corazón en la mano,
se subía a un bondi y quedaban
las palomas.
Una vez se vio de frente
con el amor. Se miraron unos dias,
pero el amor le disparó con furia
un beso en la aorta y salió corriendo.
Ahí volvió a ser poeta de nuevo

y se volvió loco.

Corrió desnudo por la calle,
hizo una sopa de cielo,
degolló al silencio,
tuvo una orgía de manicomios
en la sangre.
Nadó en un beso,
se hizo arco iris,
vendió sus manos.

Se enamoró con fuerza.
apretó un sol de madrugada
pero nadie lo vio…

Y ahí se volvió olvido.

lunes, 10 de septiembre de 2012

¿Qué le pasa a la ciudad?















¿Qué le pasa a la Ciudad?


Tango

Música: Alan Haksten
Letra: José Arenas


Qué le pasa a la ciudad que no me mira,
Que me deja hecho pedazos en el suelo,
Y se escapa despacito rumbo al río
Despeinando mis heridas y mis sueños.

Qué le pasa a la ciudad que está llorando,
Y ha olvidado su esperanza y su futuro
Cuando vuelve de trasnoche por la calle
En un bondi o el asiento de algún auto.
Qué le pasa a la ciudad que ya no ríe,
Qué le pasa a mi ciudad que esta llorando.

Qué golpe de tristeza y soledad
Te hizo este agujero sobre el pecho,
Haciéndote sangrar cemento y cal
Tapándote los ojos y los años.

Qué espanto nos dejó este gris fatal
Corriéndote en el humo y en el llanto.
Lamento de mujer y de ciudad,
Llovizna de pobreza entre las manos.

Qué le pasa a la ciudad que tiene hambre
Porque no le alcanza el mango que se gana
Levantándose a la calle y a los días
Bien temprano cuando arranca la mañana.

Qué le pasa a esta ciudad que no la encuentro
Que se escapa ante mis ojos en la noche.
Tiene olor a marihuana y a locura
Su silueta y su bondad de mina en celo.
Qué le pasa a mi ciudad, me esta esquivando.
Qué le pasa a esta ciudad que no la encuentro.

Qué golpe de tristeza y soledad
Te hizo este agujero sobre el pecho,
Haciéndote sangrar cemento y cal
Tapándote los ojos y los años.

Qué fantasma gritó el “no” de tu mirada
Negándome en el humo y en el llanto.
Lamento de mujer y de ciudad,
Llovizna de tristeza entre mis manos.







domingo, 9 de septiembre de 2012

“Remontar el ancho río”: la dupla Basurto – Szwarcman



Foto "afanada" a la gente de "Fractura Expuesta" (http://www.fracturaexpuesta.com.ar)

La música popular es una buena oportunidad para plantear una instancia de arte en colaboración. Es decir, un momento creativo que se nutre del trabajo en equipo de los artistas, ya sean los intérpretes, los músicos o de los poetas.
Hay a lo largo de la historia un conjuro que lleva a la música a depender del tramado de las acciones de todos estos elementos. Siempre con variaciones, por supuesto. Pero en general, un caudal importante de la música popular presenta una fórmula grupal; la letra, la música, el intérprete. Así tenemos entonces enormes duplas compositivas que se hacen icono en las voces de algunos grupos o intérpretes, o de sus propios autores; Falú – Dávalos, Leguizamón – Castilla, Lennon – McCartney, Ramírez – Luna, Piazzolla – Ferrer, etc.
Además de la ya citada dupla Piazzolla – Ferrer; el tango especialmente presenta sus propias duplas creadoras, esas conjunciones de enormes talentos que han resultado una máquina disparadora de clásicos; Gardel – Le Pera, Troilo – Manzi, Piana – Castillo, Mores – Contursi,  Negro – Avena, Cadícamo – Cobián, entre otros. Estas duplas han sido las bases de un género (al que amo y odio) que tiene algunos de los textos y de las melodías más bellas y complejas que se han escrito en el siglo XX.
El Tango Nuevo, por su lado, en su proceso de construcción de identidad también presenta algunas de esas duplas creativas. Una de esas duplas es la que conforman Alejandro Szwarcman y Néstor Basurto.
Alejandro es un ya conocido letrista de la nueva camada. Quizá no sea un error decir que es el más importante de los letristas contemporáneos. Si bien su obra presentaba temas notables como “Nostalgia de Andenes”, “Milonga para un varón” o “La última tentación de Gardel”, puede decirse que esta es una etapa con ciertos cambios, donde el grado lírico es mayor, donde la complejidad está en el punto justo del yeito popular, pero al mismo tiempo hay un manejo de la palabra como una espada que al cortar deja solo belleza y calidad.
Por su lado, Néstor Basurto es una especie de superhombre del renacimiento que domina las técnicas de la composición, los arreglos y la dirección musical, que además posee un despliegue vocal perfecto y su increíble dominio de la guitarra es poco menos que espeluznante.
La dupla tiene en su repertorio creativo una colección de títulos que sin duda guardan el perfil de “nuevos clásicos”, no en vano han pasado por las voces de Julia Zenko, Viviana Scarlassa, Noelia Moncada, Esteban Riera, Sandra Luna, Jacqueline Sigaut, Daniel Maza, María Estela Monti, Mony Lopez y Atilio Bertagni. Además de las ya registradas por el propio Néstor en su disco “Recalada”.
Entre las canciones que Alejandro y Néstor han creado, encontramos la frescura del vals peruano, la tristeza de la zamba, la garra del tango, pero también el vals criollo, la chacarera y la milonga. A través de esos ritmos podemos llegar a climas lírico-musicales que van desde el piropo, el soliloquio, el recuerdo y la ternura.
Por ejemplo, en el tango “María Sur”, tenemos la rabia dolorosa del amor perdido, donde el “yo lírico” muestra el desencanto y el arrepentimiento, el dolor que viaja al Sur, y ese mismo sur como símbolo de todo lo que se pierde:

El tiempo mata todo aquello que fue amado
y el hombre mata lo que el tiempo no mató.
No se si vuelvo a tu panal adoquinado
como oyendo tu llamado, por tu huella o tu perdón.
Se ve además la influencia de Oscar Wilde en los versos primeros de la estrofa citada;

Y sin embargo, cada hombre mata lo que ama.
Que todos oigan esto:
unos lo hacen con mirada torva
otros con la palabra halagadora;
el cobarde lo hace con un beso,
con la espada el valiente.[1]

Por su lado, este tango posee una armonía de misterio y una melodía cuyo ritmo acompaña la letra en un “tango, tango” apropiado para el dolor y la rabia de lo perdido.
Encontramos también el tópico del tempus fugit, por ejemplo en el vals “Madrigal de ausencias”, una composición lírica y tierna, cuya letra presenta el recuerdo de lo que ha pasado y lo inevitable del tiempo que todo lo lleva:

A veces en las lentas madrugadas sin final,
cuando la aguja diminuta y fatigosa del reloj
resuena en el silencio como un eco circular
del tiempo que jamás se detendrá…

Como decíamos antes, también aparece lo picaresco, lo tierno y lo cotidiano bajo el conjuro de un piropo, en una acertada elección de Basurto al convertir los versos de Szwarcman en un vals peruano:

Quisiera ser la gota que moja tu mejilla
rozando suavemente la piel de tu rubor.
Quisiera ser la llave que te abre cada puerta,
cederte siempre el paso, treparme a tu balcón.
Y hacerle un monumento de orquídeas a tus piernas,
cantarte la más tierna canción del corazón.
Quisiera ser el talle que calza en tus ensueños...
No quiero ser tu dueño, yo quiero ser tu amor.

Y quizá una de las más bellas creaciones del dúo sea la canción “Alguien más que dice adiós” donde se ve la riqueza de las imágenes líricas donde se nota la enorme técnica de escritura de Alejandro en construcciones como:

Tal vez
querés decir “adiós”
y no sabés
que vas a no morir
sangrándote de mí…

O descripciones de un paisaje último donde se “oye el rumor que acecha en todo adiós”, donde se puede decir, por ejemplo:

La luna está
llegando al espigón
donde encalló la sal
de tu mirada…

Todo esto acompañado de una inmejorable y delicada composición de Néstor, la cual al ser escuchada pareciera ser la resurrección de ese momento donde uno mismo se siente ese “alguien más” del adiós.

Algunas de las letras de Alejandro Szwarcman pueden ser leídas en:


Algunas de las obras de Néstor Basurto y Alejandro Szwarcman pueden ser oídas en:

1)      “Alguien más que dice Adiós”


2)      “Madrigal de ausencias”


3)      “Zamba para un final”


4)      “Nunca volverás”






[1] WILDE, Oscar: “Balada de la cárcel de Reading”. Traducción de E. Caracciolo Trejo en “Oscar Wilde, Poemas”  -2oo1 -Ediciones Colección de poesía RÍO NUEVO/XXVI
Barcelona, España

lunes, 3 de septiembre de 2012

Una paloma porteña


Canción

Música: Marcelo Saraceni
Letra: José Arenas


Llegaba de casualidad
Y se encontraba en la ciudad
Con un adiós, y con el fin de su niñez.

Sabía mentirles por detrás,
Risa de azul y miel con sal,
A los muñecos y a la piel. Nena fatal.

Lloró una vez y nunca más
Cuando en un bar, a plena luz de los demás,
Se ahogó en un té sin endulzar
Y un viejo Dandy le clavó una soledad.

Él se llamaba Decepción,
Tenía sólo un tango al sur,
Que le quedó al rematar toda su edad.

Vivía en la calle del temor,
Y los domingos con el sol
Salía del brazo gris de su tranquilidad.

Sonrió una vez y siete, no
Cuando olvidó mirar el día y aletear.
Las plumas grises sin usar,
y la llovizna de una vida en soledad.

Ella le dijo: Tengo un beso y una guerra,
Para escaparnos y empezar a iluminar.
Él se incendió de escandalosa juventud,
Le dio la mano y la promesa de volar.
Una vergüenza de vivir en libertad
Se les colaba algunas veces en el sueño.

Una alegría  pequeña,
Una paloma porteña
Y la dulzura de aquel
nunca más”.

Todos manchados de ser par
Tienen las ganas de parir felicidad
Flameando azul de piel en piel

Y con su barco de aserrín
Naufragan una y otra vez
En la sonrisa de esquivar la decepción.

Si los llegás a ver ahí
Donde se prende el alba nueva en la ciudad,
No preguntes a dónde van
Llevándose la luz del día en el ojal. 

viernes, 31 de agosto de 2012

Actitud Nueva Cuando Utilice Revolución: El Alan Haksten Grupp


“No paramos hasta que el tango se ponga de moda” dice uno de los spots publicitarios de un ciclo de conciertos realizado por el Alan Haksten Grupp. Podemos decir que en esa frase tenemos resuelta la postura del grupo.

Recuerdo que hace algunos años Josefina Rozenwasser –quien hoy es la cantante- me puso en contacto con Alan, joven músico que en aquel entonces estaba terminando de formar lo que serían los inicios de la formación. Debo reconocer que en ese momento no era tan consciente de lo importante que es una unión de generaciones jóvenes que crean tango, pero una vez que tomé contacto con el material que el grupo preparaba pude saber qué podía ocurrir con eso.

El Alan Haksten Grupp presenta una definición orquestal poderosa, que aborda cada tema con fuerza, llevando adelante una dosis perfecta de grela tanguera y una especie de flower power orillero. La mayoría de las composiciones pertenecen a Alan Haksten, su director, guitarrista y arreglador.
Además de ser un gran compositor de melodías que resultan novedosas y sencillas, entre las que se destacan “Tormento”, “El tiempo después” y el extraordinario “Precipicio”, Alan logra una calidad de arreglos excepcional. Arreglos que van desde la fuerza heredada del estilo Pugliese, la ternura y el misterio de Gobbi y el beat y la juventud propias que hacen una combinación muy necesaria en un tiempo en que abundan los retrógrados orgullosos.   
Además de los temas instrumentales, la orquesta cuenta con temas cantados; “Qué le pasa a la ciudad”, “El espejo” y un tema que impacta y que se contagia como un perfume pegajoso, “Retorno”. Estos dos últimos son composiciones del contrabajista del grupo, Alejandro Abbonizio quien cuenta con una acertada lapicera (por no decir pluma) a la hora de escribir canciones.
Además de los integrantes mencionados, el grupo cuenta con Aldana Bozzo y Nicolás Codega en fueyes, María Florencia Prieto y Tomas Quindi en violines, Juan Bellagamba en cello y Noel Morroni en piano.
En Agosto del año pasado editaron su CD “Capullo de ANCUR en una noche de mil nacientes” y lo presentaron en Buenos Aires y en el festival de TangoVivo en Montevideo. 


miércoles, 29 de agosto de 2012

Para leer escuchando un tango de María Volonté


Para leer escuchando un tango de María Volonté


Este tango que suena confunde los brillos de la noche.
Cabalga sacando chispas en la calle de un recuerdo viejo
Y con toda la sensualidad de un beso, de una canción, de un “no”,
Se para en el marco de mi puerta en esta noche roja de casi verano.

“Yo acunaré en un canto tu inmensa ternura buscando en mi cielo
tu imagen de ayer”

La voz traspasa el mundo. Y tu ropa colgada de la luna dice
“Gracias al bandoneón de tus besos sigo acá, volando entre
El asombro y la saliva”.  Todo vuela en la noche
Gracias a ese tango que suena. Que se trepa a las paredes del cuarto.

“Mi pobre corazón no sabe pensar, y al ver que lo alejan de ti
sólo sabe llorar, sólo sabe gemir”

Gracias a la voz que sale de la radio el violín de mis ansias
Suena entre tus ojos y yo digo: “quiero”. Con el tango al hombro
Te llevo en las alas de mis besos. Te saco la blusa, me subo a tu sueño,
Te siento en mis labios y con las cuerdas de la guitarra te ato a mi.

“Sufres porque me aleja la fe de un mañana”

Se derrite la noche con nosotros adentro y suena el acorde final.




sábado, 25 de agosto de 2012

Una "carta en tango" para Roberto Díaz

Durante en frío que poblaba las calles en Julio del año 2009, tuve la suerte extraña de pasar un par de días junto al poeta Roberto Díaz. Hacía ya casi cuatro años que mantenías una fluida correspondencia entre mails, poemas, artículos. Cartas en las que Roberto tenía la enorme generosidad de guiarme con las palabras, sugerirme algunas ideas, corregir algunas de las imperfecciones que suelo cometer con la escritura.
Durante esos días pude robarle, además de libros, poemas y partituras, infinidad de anécdotas y consideraciones que me hicieron conocer a un tipo fenómeno y fascinante. Después de eso tuve el placer de componer cuatro canciones con letra suya y música mía.
El 16 de Agosto del 2011, el poeta Matías Mauricio que avisó que Roberto había fallecido. Lo cierto es que todavía lloramos al poeta, pero tuve la alegría de regalarle una "carta en tango" con música de Saúl Cosentino después de nuestro primer encuentro.


Carta en tango a Roberto Díaz

Música: Saúl Cosentino
Letra: José Arenas

Estoy parado al borde del olvido,
Mirándome las alas embarradas.
He peleado, como puedo, con el brillo
Del jazmín que busca el fuego en la mañana.

Pregunto a usted, poeta y compañero,
Por qué hay quien nos prohíbe repecharla
Si aún tenemos tangos en la tinta
Y no se ha marchitado la esperanza.

Por qué, con el rencor entre los dientes,
Hay quienes nos prohíben los poemas
Diciendo que son viejos estos sueños
Que nadan como un grito en las arterias.

No saben que nosotros como tantos,
Crecemos con la fe de rabia y cielo,
No ven que nos morimos sin el barrio
Que aplastan con palabras de cemento.

Nosotros que peleamos con cien fuegos
Prendidos en la sangre de los labios,
Tenemos quien nos tira a perdedores
Arriándonos al lado del fracaso.

Pregunto de ignorante, gran poeta,
A usted que tiene años en las alas,
Por que nos cuesta tanto el tango nuevo
Que hacemos con el sol de nuestras ganas.

Espero prontamente una esperanza
A modo de respuesta y me despido,
Pero antes aseguro sin dudarlo
Que nunca habitaremos el olvido,

Que somos por tangueros peleadores
Eternos caminante de la espera,
Si el tiempo desafía nuestros pasos
Seremos doctorados en quimeras.

jueves, 23 de agosto de 2012


La noche a contrasueño: utopías del Tango Nuevo


“Hay otra brasa, otra candente rosa
de la ceniza que los guarda enteros;
ahí están los soberbios cuchilleros
y el peso de la daga silenciosa.”

Jorge Luis Borges

1) El Tango que ya no existe


Cuando alguien entra en el mundo del tango tiene que saber una regla: los grandes creadores ya están muertos. Al menos eso es lo que parecieran mostrarnos desde cierto sector del género. En realidad se trata de una parte de la mitología tanguera que se nutre de los “grandes relatos” del tango. Dentro de esa especie de colección de mitos fabricados por el género tenemos cosas como que “el tango te espera”, “el tango es filosofía”, “el tango es la forma de ser del rioplatense” y otro montón de frases que parecieran intentar justificar lo injustificable, y es que el tango como “gran relato” ha caído.
Por delante tenemos una especie de decorado de cartón donde se nos muestra un tango lozano, patrimonio de la humanidad, lleno de vida. Pero detrás está el verdadero rostro del tango, una especie de ubi sunt constante que pareciera querer avanzar pero al mismo tiempo regodearse con la fama obtenida por los grandes poetas muertos y preguntarse: “¿Dónde están?”.
Por un lado tenemos los fantasmas de Manzi, Expósito y Cátulo que funcionan como elemento geminado dentro del tango actual; los queremos, los admiramos, los escuchamos, los grabamos y los difundimos. Pero a la vez son los que vigilan las cadenas que nos atan a las mentiras del tango. Una de esas mentiras es que el último vagón de posibilidades creativas del tango ya pasó. Lo mismo pasa con los cantores y con los músicos. Piazzolla, Goyeneche y Gardel inventaron el tango y lo destruyeron al mismo tiempo, intentando llevarse la última posibilidad de “novedad”. No por intención premeditada, pero es que a la vez que su trabajo se vuelva cada vez más inmenso, sus obsecuentes también se agrandan, y también se agrandan los miedosos que parecieran creer que si intentan superar a alguno de estos genios, su fantasma podría aparecérseles en las noches.
En realidad sería al revés; así como el fantasma del padre de Hamlet pedía a su hijo que lo vengara, los fantasmas de Piazzolla, Gardel, Goyeneche, Troilo, Manzi y demás, se nos aparecen constantemente para alentarnos a seguir creando.
Por otro lado estamos los que no somos fantasmas, sino que existimos y tratamos de ponernos debajo de semejante Espada de Damocles. Aquí es donde deberíamos analizar varios puntos que tienen que ver con una magna quesito: “¿qué pasa con el tango?”. Para eso debemos empezar a reconocer algo: EL tango ya no existe, existen LOS tangos.
El gran relato del tango como sentimiento del Río de la Plata se cayó, y con él se vienen muriendo varios dioses. ¿Alguien podría decir cuál es el sentimiento del hombre y la mujer rioplatenses? La posmodernidad se nos ha tirado encima con un concepto de doble filo que es la “diversidad” y ese concepto ha metido la cuchara en todos lados, incluyendo la cabeza rioplatense. Entonces aquella “forma de ser” del hombre de Buenos Aires y Montevideo, que abarcaba dos pilares que eran trabajo y familia, hoy se transformó en una red de habitáculos entre los que están; trabajo (y con él: ambiciones, asensos, cambio de trabajo, carreras, cursos, méritos, el jefe, la secretaria, etc.), familia (y con ella: homosexualidad, aborto, bigamia, infidelidades, swingers, gay “tapados”, familias monoparentales, parejas sin hijos, etc.). Y a ello se le suman el dinero, la “joda”, los vicios, la moda, la influencia europea, la cabeza latinoamericana, la política, la falta de política, el arte, la televisión, los medios, etc.
Toda esta variedad de elementos que guían la vida de hoy, hace imposible la existencia de una sola forma de ser del ciudadano. Entonces, si EL sentimiento rioplatense se ha diversificado, EL tango también lo ha hecho, al igual que lo ha hecho el arte en general. Lo que sucede es que, a diferencia de otras ramas del arte, al tango le ha costado sacarse la venda que le impide mirar lo que tiene adelante y dejar de recordar lo que le ha pasado, y con esto le cuesta reconocerse dentro de una realidad, y abandonar su espacio imaginario. Así como dice Baudrillard que los medios han asesinado a la realidad, el tango asesina a menudo la realidad y crea un espacio de ficción, en el cual están insertos los poetas, los cantores, los músicos y los difusores. Para ellos ese espacio ficcional se ha transformado en una especie de pacto implícito que nadie se atreve a romper.

2) Olvidar a Gardel: la situación de los cantores


Para intentar sacar algunos apuntes de la situación del tango, tenemos que fijarnos en el papel que juegan los cantores dentro del pacto que antes mencionábamos.
El cantor de tango de hoy se ha transformado en el protagonista de una obra de teatro que el público automáticamente ha de situar en la primera mitad del siglo XX. Y es que los cantores imponen necesariamente esa imagen acústica en los que lo han de ir a verlos. Esto suele suceder desde varios lugares; su forma de vestirse, el repertorio, las temáticas, la estética de lo que ponen en escena, las anécdotas que cuentan, el humor al que echan mano, la obsecuencia con respecto a los tangos que han elegido -presentando los títulos que todo el mundo se imagina que han de interpretar con un tono de “inevitabilidad histórica”-, mencionando tangos como “Naranjo en flor”, “El día que me quieras”, “Como dos extraños” y otros más, envueltos en un aura de: “y…nunca pueden faltar”.
A veces el cantor cae en la tentación de sorprender a su público y anotarse una cocarda de “defensor del tango moderno” y suele tener la valentía de incluir: “El corazón al Sur”, “Balada para un loco”, “Café la humedad”, etc. Si por alguna casualidad el cantor decide cantar algún tango inédito o contemporáneo, intenta disfrazarlo de “tradicional” metiéndolo dentro de la solemnidad con la que ha tratado los tangos clásicos, o directamente con frases como: “Voy a cantar un tango de Fulano, que la verdad escribe como se escribía en el 40”, tapando así el temor de no poder decir: “esto es de hoy”. Y a todo esto podemos sumarle los espectáculos que ofician de constante homenaje a los próceres y al tango mismo con títulos como; “Fulano canta a Discépolo”, “Fulano canta a Manzi”, “Fulano canta a Contursi” o “El tango…un sentimiento”, “El tango…una pasión”, “Recordando tangos”, “Tangos y recuerdos”, “Noche de tangos” y otro número de combinaciones donde se pone en claro que lo único importante en el mundo es el tango del pasado.
Si bien los cantores se han despegado de ese prototipo de cantor gardeliano (en el mal sentido de la palabra), nunca faltan los gritones, los recios, los que usan funyi, los que aman la orquesta típica, o los que lisa y llanamente defienden que hoy no pueden escribirse más tangos y por eso deciden grabar los mismos de siempre.
Entonces ¿qué resulta de todo esto? El cantor se vuelve una especie de rapsoda que, al igual que en los inicios de la literatura occidental, canta las epopeyas de los personajes míticos de otros tiempos que nadie ha llegado a conocer del todo, así estos aedas nos cuentan las historias de faroles, barrios, conventillos, glicinas y zaguanes, aportando al “gran relato” la dosis de ficción que ha de mantenerlo en pie. Aunque sea sólo en apariencias.
Por supuesto que no dejamos de reconocer a los que crean, a los que lisa y llanamente arman un repertorio de tangos nuevos o propios. A ellos los celebramos.


3) Músicos y compositores: La fama es puro cuento, pero…


Dentro de este pacto de silencio que se forma con respecto al tango, también tienen su parte los músicos, aunque quizás de una manera u otra son los que más se atreven a transgredir los límites. Sin embargo podemos encontrar una gama que va desde los compositores e intérpretes jóvenes, hasta los músicos consagrados de larguísima trayectoria. Al mismo tiempo, la trama se vuelve más compleja, y es ahí donde encontramos los matices en el ambiente.
Primero podemos distinguir entre los músicos que siguen una línea setentista, heredera de las vanguardias piazzollianas y los músicos que proponen una línea musical y compositiva más actual, pero tomando elementos de las diferentes épocas del tango.
Básicamente, una de las cosas en la que caen muchos de los músicos es en ser hijos de la escuela de la técnica y su obsesión por la perfección musical los vuelve elitistas, y se convierten en un círculo de iluminados donde sólo entran los que alcanzan la excelencia. Allí se rompe la línea de tensión necesaria entre lo complejo y lo bello, y esa complejidad que toman en busca de la perfección musical aleja muchas veces a una parte más o menos considerable del público según el caso. Incluso a veces llega a alejarlos de sus propios colegas.
Otra de las trampas en las que a veces caen los músicos es en el congelamiento estético de sus arreglos y sus formaciones; piano, bandoneones, violines, contrabajo… cualquier otro sonido, abstenerse. Lo mismo sucede con los arreglos que en general están limitados y atados a esas mismas formaciones únicas, entonces el razonamiento parecería ser: “el tango suena así y no hay opción”. Por supuesto que hay músicos que se atreven a romper esos esquemas, pero en general son ninguneados.
Por otro lado tenemos a los compositores de canciones, que también forman parte del pacto tanguero. Aquí podemos considerar otro elemento, y es que muchos de los compositores –no todos- tienen un enorme conocimiento acerca de la música pero ignoran en mayor o menor medida el campo de la literatura, especialmente de la lírica, y el resultado se traduce en un cambalache integrado por tangos de buena y mala calidad, donde se juntan obras magníficas junto a colecciones de lugares comunes.
Incluso están los compositores que, en un arrebato absurdo e irreal de vanidad, creen formar parte de un podio de la música inaccesible para cualquiera, entonces prefieren seleccionar a quienes van a tomar el enorme compromiso de cantar sus canciones bajo la consigna; “mis tangos no son para todos”. De esta manera aprobarán a los intérpretes que sigan al pie de la letra sus “tangos-milagro” y del mismo modo reprobarán cualquier tipo de innovación o cambio sobre lo que ellos han escrito. Algunos, incluso, irán a golpear puertas de grandes nombres para probar suerte y anotar uno de sus tangos dentro del repertorio de los más grandes, pero los más grandes rara, rarísima vez les abrirán la puerta.


4) Las letras: “Entre mis amigos, los poetas, y mis enemigos, los poetas”


En una nota titulada “El egipticismo, una decadencia del tango”, Alejandro Szwarcman dice que los poetas se dividen en tres clases: a) los que tienen buenas intenciones pero no lo logran; b) los que carecen de una formación artística; c) los que no tienen nada interesante para contar.
Para clasificar a los letristas podemos empezar con la distinción primaria que hace Aristóteles en la “Poética”. Se trata de considerar a los autores como seres posesos por alguna divinidad, que funcionan como canal comunicacional entre las musas o los dioses y el público a través de lo que escriben o, por otro lado, el autor es visto como un demiurgo, alguien que a través de su intelecto creacional logra una obra de arte.
Para traerlo a un panorama actual, y tomando lo que dice Szwarcman, podemos hablar de aquellos autores que dominan la técnica de la escritura y del manejo del lenguaje, y por otro lado de aquellos autores que creen que la escritura se trata de un milagro de la inspiración. Pues bien, hay que avisarle a esos autores que, cómo dice Serrat, las musas “andarán de vacaciones” y en la teoría literaria actual nos ha quedado la técnica del lenguaje como elemento fundamental de la escritura, así que si alguien cree que las ideas de un tango van a devenir en poesía por el sólo hecho de sentarse una tarde con la libreta y escribir “sensaciones en rima”, está en un serio error.
Lo que en general pasa con este tipo último de autores es el fenómeno de los “repentistas”, es decir, gente que vuelca incontables toneladas de sentimiento en estructuras de cuatro estrofas y un estribillo y que quizá, llegando a una producción muy numerosa, logra algunas pocas cosas valiosas. Cruda realidad.
Sucede que, al igual que pasa en todos los ámbitos de la literatura, en la canción popular, son pocos los que conocen el yeito de la creación cancionística, y por el contrario son muchos más (infinitamente más) los que se creen capaces del hecho poético. Así como uno debería desconfiar de los autores que editan un libro cada seis meses y de los músicos que sacan un disco por año, también deberíamos desconfiar de aquellas personas que escriben una o dos canciones por día.
¿Qué pasa entonces con aquellos que dominan la técnica? En general, los autores de tango no logran (no logramos) despegarse (despegarnos) del lenguaje arcaico y ficcional que inundó ciertas áreas del tango desde sus inicios hasta los 70´, entonces siguiendo la sombra de los grandes de otros tiempos, no logran (vuelvo a incluirme) desprenderse (desprendernos) de esa misma sombra, y resultan (resultamos) anacrónicos. Aparecen así esfuerzos incontables en pos de cierta complejidad que resulta aburrida o, peor, ñoña.
Por ejemplo podemos observar: títulos largos, imágenes rebuscadas, historias irreales, temáticas forzadas o la necesidad de hacer encajar elementos de supuesta actualidad que después empeoran el panorama (palabras como: internet, ciber, celu, o bien temáticas “sociales” que empeoran lo “ficcional” de la creación). Incluso, como dice Szwarcman en su nota, existen aquellos poetas que, dominando todas las armas de la escritura, no tienen nada interesante para decir, y todo o casi todo aquello que prodigan resulta aburrido o no tiene un anclaje en el interés del público.

Por supuesto que como creador no dudo ni un instante en incluirme dentro de toda la camada que comete errores en la “utopía del tango nuevo”. Quizá el hecho de que establezcamos elementos de crítica sea un primer paso para alejarnos del “no lugar” que significa la utopía.